miércoles, 27 de junio de 2012

A 10 años de la masacre de Avellaneda

“Sostenlos con tus ojos, con tus palabras, sostenlos con tu vida...
Que no se pierdan, que no se caigan…”

“Lo que sentimos en carne propia es que somos parte de los que pelearon en aquellos años, de la misma historia y queremos cambiar la realidad en la que vivimos”.
Darío Santillán, 2001.


Hoy se cumplen 10 años de la masacre de Avellaneda, suceso que terminó con el asesinato de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán. Aquél 26 de junio de 2002, los movimientos sociales pretendieron cortar el puente Pueyrredón en Buenos Aires, en el marco de una jornada nacional de lucha. Sin mediar palabras, bajo la orden del entonces presidente Eduardo Duhalde, la policía bonaerense y la prefectura nacional reprimieron salvajemente.
Santillán (21 años) militaba desde 2000 en el Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) de Lanús y Kosteki (23) se había sumado hacía pocas semanas al MTD.
Los policías bonaerenses Alfredo Franchiotti y Alejandro Acosta fueron condenados en diciembre de 2005 a penas de prisión perpetua, como autores materiales del crimen, pero se sigue esperando que se efectivice la condena mientras se encuentran en un penal de régimen abierto. Al día de hoy Duhalde, Solá, Atanasoff y Aníbal Fernández, responsables políticos de la Masacre de Avellaneda, se pasean tranquilos sin ser enjuiciados.
Hoy, a 10 años, nos hacemos eco de Maximiliano y Darío, de sus luchas, y no sólo pretendemos conmemorarlos y pedir justicia. También buscamos recuperar y resignificar sus consignas, sus ideas, sus luchas por el trabajo y la dignidad de los más desposeídos. Seguimos luchando, hoy marcados por el mensaje de compañerismo y compromiso social que nos dejaron. Maxi y Darío  representan para nosotros ese grito de bronca e indignación que surge desde abajo para disputar contra toda forma de opresión e injusticia…
De la masacre de Avellaneda como así de muchos otros sucesos posteriores a la rebelión popular del 19 y 20 de diciembre del 2001 surgen nuevas lógicas de participación y organización política. La activa participación de los y las jóvenes que resistimos contra el neoliberalismo ha modificado el sentido del binomio juventud-política que el pensamiento único de los años noventa intentaba imponer. Hemos puesto en disputa el sentido de la política, generando nuevas herramientas para el campo popular. Herramientas políticas que coinciden en reivindicar la auto-organización y la dinámica de construcción horizontal como elementos constitutivos y estratégicos para la construcción de poder popular. Dónde no prime la visión conformista y desmovilizante que supone que las transformaciones se realizan desde arriba o sólo a partir del estado, sino una concepción crítica y participativa. Una construcción política que apunte a fomentar la participación de amplios sectores de nuestro pueblo. En resumen, política desde abajo y para el cambio social.

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